Jürgen Klopp se disponía a irse a la cama en su cuarto del hotel Titanic, en el muelle Stanley del centro de Liverpool, cuando supo que habían secuestrado al padre de Luis Díaz. El futbolista acababa de recibir noticias confusas. Un grupo de hombres armados de origen desconocido, tal vez guerrilleros, tal vez delincuentes comunes afiliados a una de las bandas criminales que operan en La Guajira, al norte de Colombia, habían raptado a Luis Manuel Díaz, Mané, y a su esposa, Cilenis, pasadas las cuatro de la tarde en pleno centro de la ciudad de Barrancas, en víspera de unas elecciones locales y regionales en toda Colombia. Después de liberar a Cilenis, los captores desaparecieron con Mané en las estribaciones selváticas de la Cordillera de los Andes. Este jueves pasado también el fue liberado.
Caída la noche del sábado 28 de octubre la noticia se había propagado por todas las ramificaciones de una crisis multidimensional. Desde el presidente colombiano, Gustavo Petro, hasta el dueño del Liverpool, el empresario estadounidense Tom Werner, una multitud de autoridades políticas, empresariales y militares trazaban planes en torno a Luis Lucho Díaz. A sus 26 años, este muchacho flaco de origen rural y costumbres sencillas, no solo se había convertido en el futbolista más importante del ataque del club rojo, el club más exitoso de la Premier en la última década tras el City. Era un ídolo nacional colombiano. Uno de los hombres más queridos del país y una imagen recurrente en todos los pueblos de La Guajira, especialmente en Barrancas, donde los murales con su rostro se confunden con el paisaje tropical.
Asesorado por los servicios de seguridad del Liverpool, que a su vez contactó con las autoridades colombianas, Jürgen Klopp aconsejó al jugador que no viajara a Colombia. Permanecer en su casa en Inglaterra resultaba la decisión más segura. Semana y media después del secuestro, Bernardo Sanabria, jefe de la cadena de televisión RCN en Barranquilla, el periodista con mayor acceso a los Díaz, describía un colosal enredo: “La familia estaba más tranquila desde el viernes pasado, cuando el ELN [Ejército de Liberación Nacional] anunció públicamente que lo tiene. Al papá lo secuestró un grupo de delincuentes, se rumorea que los Pachencas, aunque esto no está confirmado. Luego se lo llevaron a la guerrilla, que ahora dice que no sabía que se trataba del padre de Lucho. La familia Díaz es muy querida en todo el país. Siempre fue gente humilde y trabajadora. No hay nada ostentoso en lo que hacen. Esto para la guerrilla es el autogol más grande de la historia. Pero siguieron actuando como si quisieran cobrar un rescate”.
“La policía dice que los secuestradores tardaron cinco meses en planearlo y que siempre supieron que se trataba de Mane”, señala Sarabia. “No hay forma de que no lo supieran porque Mane es muy famoso en la zona desde que hace 30 años fundó el club Baller, una modesta escuela de fútbol. De ahí salieron Roller, Lucho y Jesús, tres hermanos futbolistas. Hay un cartel de Lucho en la cancha y en la casa de su abuelo en Barrancas”.
Klopp asumió el rol del tutor con la naturalidad que le confiere su carácter paternal. Lo primero que hizo el técnico alemán fue liberar al futbolista de todos sus deberes con el equipo y lo mandó a su casa con su esposa, Gera Ponce. En el plano deportivo, la pérdida resultó evidente. Díaz había sido titular en ocho de los nueve partidos disputados por el Liverpool hasta el sábado 28. Con un impacto que trascendía las estadísticas. El declive físico de Virgil van Dijk, la falta de categoría de Darwin Núñez para asumir las responsabilidades que correspondieron a Firmino, la marcha de Henderson y la venta de Sadio Mané habían convertido al extremo en el pilar de un ataque que ya no podía sostenerse en los goles de Salah.
“Díaz costó 45 millones de euros [procedente del Oporto]”, recuerda, bajo condición de anonimato un técnico que participó en la captación de talentos para la plantilla del Liverpool entre 2015 y 2019. “Su precio estuvo exactamente en el mismo rango que el de Mané, Salah y Firmino, y técnicamente está al mismo nivel. Es el más extremo de todos y, al igual que Mané y Firmino, es un jugador integral. Súper constante, súper preciso, con buena potencia, buen cambio de ritmo, ávido de balón, con garantías de driblar a cualquiera y con un contrato asequible. Mientras los otros ganaban entre 11 y 14 millones de euros al año más bonos, él gana poco más de tres”.
El Liverpool jugó contra el Nottingham Forest y el Bournemouth sin Luis Díaz. Pero después de una semana fuera de la convocatoria, Klopp reveló que el muchacho descubrió que los entrenamientos en solitario y la vida doméstica acentuaban su insomnio según giraban en su cabeza los mensajes procedentes de ultramar. Le dijeron que el ejército peinaba la serranía de Perijá; que tenían la certeza de haber localizado a su padre mediante sistemas de detección termográficos; y que las fuerzas especiales esperaban la orden del presidente para actuar. Finalmente, que el ELN había pedido garantías para la liberación, incluso la presencia de algún familiar durante la entrega, o incluso una importante suma de dinero, y que el ejército había aflojado el cerco. El viernes 3, animado por el comunicado de un líder del ELN diciendo que querían liberar a Mane, Luis Díaz se animó a pedirle a Klopp que lo incluyera en la convocatoria para jugar con el Luton.
“El campo de juego es un lugar seguro”
El extremo del Liverpool hizo lo mismo que hace su hermano Jesús, de 19 años, desde que comenzó el drama que los une. Jesús no ha interrumpido sus entrenamientos y compite regularmente con el Barranquilla, filial del Junior, el club por donde pasaron todos los hijos de Mane. El calendario es caprichoso y la familia es futbolera, y a nadie se le escapa que el próximo día 17 la selección de Brasil visitará el estadio Metropolitano de Barranquilla para disputar contra Colombia las eliminatorias del Mundial de Estados Unidos. El encuentro amenaza con convertirse en un acto político y social de primera magnitud en plenas negociaciones de paz entre el Gobierno y la guerrilla. ¿Acudirá Luis Díaz? De momento, volvió a ponerse las botas en la Premier. “El campo de juego es un lugar seguro para los chicos”, explicó Klopp; “ahí, al menos durante unos minutos, se olvidan de todo lo que está pasando”.
El jugador se sentó en el banquillo del Liverpool en el campo de Kenilworth Road, el domingo pasado. El Luton se adelantó 1-0 en el minuto 80. Klopp, que lo vio cansado para ser titular, lo hizo entrar en el minuto 85. Diez minutos más tarde metió el gol del empate con el hombro, tras un salto acrobático en el segundo palo, donde superó al tallo Kabore en el duelo aéreo. Fue un remate de rabia. Se levantó el uniforme y descubrió el mensaje que llevaba en la camiseta: “Libertad para papá”.
El 1-1 aseguró el tercer puesto en la tabla de la Premier, por delante del Arsenal. Los hinchas del Liverpool congregados en las afueras de Londres aclamaron con fervor al goleador. Fue igual de previsible que el abrazo que le dio Klopp cuando acabó el partido. Tom Lockyer, capitán del Luton, también acudió a abrazarle. Luis Díaz permaneció sobre la hierba en cuclillas tapándose la cara. “Solo puedo mandarle mis felicitaciones”, dijo Tahith Chong, autor del gol local; “por haber saltado al campo de juego y haber jugado tan bien. Esto muestra su carácter”. Una vez liberado su padre, Díaz está listo para jugar este domingo (15.00) con el Liverpool ante el Brentford en Anfield.
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